4.12.08

Volar



Siempre quise esto, imaginarme fuera de mi mundo viajando a un lugar donde nadie me conociera, donde yo no conociera a nadie. Caminando sola, haciendo todo sola, este era mi viaje esperado, mi viaje de la adultez, mi viaje de la independencia aceptada por mis papás. La primera vez que imaginé este viaje,no pensé en nadie, tenía las ganas locas de escaparme solita y ser la única testigo de lo que pasaría. Me acuerdo que por este tiempo había conocido a Sori una gran amiga argentina que se hospedó un tiempo en casa de mis primos, y estuvo viajando casi dos años sola. Que bacán, decía yo cada vez que leía sus mails llenos de risas y momentos. Yo quiero hacer eso toda mi vida. Hasta pensé en vivir viajando y viajar para vivir, haciendo teatro en las calles o por medio del trueque lograra conseguir lo necesario. Y así alimentar ese mi lado socialista que frecuentemente me toca la puerta y me pide cuentas. Asi quise vivir, en verdad siempre he anhelado vivir sólo con lo suficiente, enfocada más en los placeres simples de la vida, pero ya pues... no es tan facil, el sistema no nos lo permite, hay que trabajar y asi entonces plata por aca por allá, que se hace? por suerte mi trabajo es el arte asi que un poco a salvo me siento dentro de este sistema corrupto y oportunista.
En fin, yo siempre me voy por las ramas jeje... no era el plan hablar de esto, quería escribir sobre el viaje que hice hace unos 4 meses.Como dije antes, iba a viajar sola, pero no fue así, F me acompañó.


Me volé, me fui volando de lima después de despedirme de mis papis, me senté a la ventana a pesar de que ese era el sitio de F. El me lo cedió porque sabía que me gustaba ver las nubes y las casas chiquititas. Fue el peor vuelo de mi corta vida, el mal tiempo no nos dejaba aterrizar en Cusco y yo ahi dando vueltas con el avión, sin mas uñas que morder me moría de miedo, claro caleta no mas. El plan era ahorrar, pero cuando a uno le encanta comer eso es bien dificil. Los que me conocen saben que mi gusto por la comida es impresionante, que la mayoría de veces que he entrado a wong o a metro ha sido para degustar en vez de hacer compras, asi soy yo, y más si viajo a Cusco, ya me habían hablado de las pizzas a la leña asi que esa noche F y yo nos comimos dos familiares vegetarianas acompañadas de sangría que rico!





San Blas:

Subimos por una callecita bellísima, cada paso que daba venía con un profundo latido de mi corazón, la ruta siguío sorprendiéndome: casitas, mujeres de colores tejiendo, nenes chapositos bajando a toda velocidad, cholitas hablándome en inglés y otros tantos amigos artesanos.




Guapa de dónde eres? me pregunto Rj (el artesano mientras me hacía una trenza)


de Lima le dije.


No parece, Ud. se ve bien cruda.

Mas tarde conocí a Diana una colombiana con acento de todo sudamerica junto, ella vendía títeres de esponja. Estaban hermosísimos juntando la plata me compre 3: Valentina, Clemencio y Maikol. Actualmente pueden verlos en mis shows ya que son las estrellas de la fiesta.

De bajada a la Plaza vi a una niña preciosa cargando a una ovejita, voltié y le dije a F: tomame una foto con ella porfa. Me acerque sin decir nada y sonreí.





Gracias! le dije y seguí caminando, no pue dar mas de 3 pasos y escucho que me llaman desde atrás, Tip ...(propina) prfff.. cha que de todo se hace negocio ahora, metí mi mano en mi bolso y le di su TIP. si le dije gracias porque no me pidio propina en vez de decirme TIP? ay la huachafería...

Paucartambo

No podía esperar, literalmente no podía. Esa noche no pude dormir, di mil vueltas en la cama pensando, alucinando lo que me esperaba en ese lugar tan mágico. La música me rondaba en la cabeza, los colores, los paisajes, las vocesitas graciosas, la mamacha del carmen y toda su fuerza.

Desperté y ya era hora de partir, en el camino la vista era preciosa de un momento a otro la ruta desnudaba montañas y asi dejaban ver también los valles, acantilados, rios, en fin todo eso que nos acelera el corazón y carga de energía.





3 horas duró el viaje y ya estabamos ahi. Todos queríamos salir de ese bus, nos empujábamos yo me iba a escapar por donde sea y es que ese bombo característico de la banda sonaba entre mis víceras y me anunciaba que la fiesta estaba empezando.









QUE HACE BARNEY AQUI??? fue lo primero que me pregunté cuando baje del bus y me dió mucha risa.
Corrí, corrí cargando mis cosas, sacando mi cámara para no perderme de nada. En mi escuela de actuación Anita Correa me había contado mucho sobre esta fiesta, yo no lo podía creer, todo era tan bonito.



El pueblo entero de colores, trajes bellísimos, música, alegría, gente que viajaba de todas partes del mundo. Y ahi estaba yo, frente a esa inmensidad teatral que me conmovía y me repetía, que bueno haber venido. Comparsa tras comparsa, los Coyas unos de mis favoritos, Sajras, Contradanza, etc.

Dicen que este pueblito duerme todo el año, sólo despierta cuando llega la fiesta de la Virgen del Carmen. Escribir sobre todo lo que sentí es imposible, no encuentro palabras para toda esa ola de sensaciones que me ahogaron esos días. Por ahora me queda en el recuerdo todos estos momentos, sorpresas, risas, amigos, las ganas de vivirlo con los que no fueron conmigo, inmortalizar el momento, querer tantas cosas. Creo que eso es lo que más me gusta de viajar, querer hacer tantas cosas y ser libre, muy intensa, espontanea, sola o rodeada de gente que busca lo mismo. Tengo mucho más que contar sobre este viaje, pero ahora ya no soporto el hambre de la panza.

1.12.08

Antes de volver

La bolcita de maíz costó china, me fui hasta Arequipa para dar comidita a las palomas. Estos eran mis últimos días lejos de casa, habían pasado 22 días desde que me fui de Lima.
Caminar sola por esas calles angostitas y en subida, el cielo de Cusco y Arequipa azul cometa.
Yo y mis polleras, gorros de nopo y mediecitas de alpaca.

Quería que alguna palomita se parara en mi mano, tipo pelicula de Disney en que las princesas cantan y el pajarito les hace la segunda voz.
Compré 3 bolcitas más, pero no lo conseguí.

30.11.08

Estoy

Te miro con ojos chinitos, es un placer, todo es un placer. Que lindo bailar con el, que lindo triturar chocolates con fresas, cantar como Yma Sumaq, recibir flores sin motivo. Que lindo mirarte bajo la luz, echarme en la sombra de un árbol. Que linda la sopa de corbatitas, los saludos inesperados. Lindos mis amigos, los te quiero y sus abrazos. La música y mi acordeón.Que Linda mi mamá, mi familia y su sonrisa. Linda mi infancia, los recuerdos y las medias de mi abuelo. Lindas las rancheras, más lindas las fiestas sorpresas. Lindo mi novio, su voz y su carita. Que lindo tomar mate en San Telmo, lindo estar de viaje, linda esa gente. Lindos mis recuerdos, lindo conocer, lindo despedir. Lindo encontrarlos en la calle, ir cantando en vos baja. Lindo mi país, más linda su comida. Lindo el tango, la cumbia y la samba. Linda la milonga y el asado. Lindas las callecitas de Baires y las noches de Rio. Linda la playa en invierno, con colcha y antorcha. Lindos los que ya no están, linda la luna y mi estrella. Lindos los Fabulosos y el carnaval, lindo ir sin documentos y que nos den las 10 y las 11. Linda mi muñequita azul y las cartas de color. Que Lindas las tumbas de la gloria, lindo andar al otro lado del camino con el unicornio azul. Lindo que te llamen de afuera, lindo cuando pintas tu cuarto. Lindo reirte sin parar, lindo elegir mi camino. Linda mi carrera, lindo crear. Lindo estar inspirada, linda mi libertad. Que lindo mi momento.

One day you'll look
to see I've gone
For tomorrow may rain,
so I'll follow the sun

Some day you'll know
I was the one
But tomorrow may rain,
so I'll follow the sun

And now the time has come
and so my love, I must go
And though I lose a friend
In the end you will know, oh

El loco y mi bicicleta



Era el día de mi cumpleaños número nueve y esperaba emocionada recibir mis regalos. No sabía que cosas iba a recibir ese año, pero estaba casi segura que mis papis me iban a dar al fin una bicicleta. Y así fue, ese día el regalo mas grande y especial que tuve fue mi bici. Sin embargo, tuve que esperar hasta vísperas de navidad para poder usarla. Todos los días esperaba impaciente que llegara la tarde para poder coger mi bicicleta y salir a pasear. Ese era mi momento favorito del día, porque me sentía muy libre jugando a ser detective, buscando pistas y casos sin resolver. Una tarde paseando por el parque, vi que la luz de la parroquia estaba prendida, incitada por mi gran curiosidad me acerqué sigilosa, cuidando así cada movimiento. Quien sabe, podía tratarse de alguna jugada de mi destino que tenía que investigar. Al llegar me asomé de puntitas por la ventana, apenas llegaba a ver unas cabezas canosas y algunas cubiertas con chales. Empeñosa en mi misión de detective, busque un hoyito en algún lugar que me permitiera oír lo que conversaban adentro esas ancianitas.

Aunque no se trataba de lo que yo había imaginado, y por lo tanto mi trabajo de detective no era necesario, me quedé atrapada con todo lo que escuché. Esas señoras estaban planeando ir al manicomio a llevarles regalos por navidad a los internos. Me encantó la idea de ir con ellas y así sin darme cuenta comencé a cambiar mis tiempos limitados de montar bici, ver televisión o jugar por ir a escucharlas planear la buena obra. Faltaban pocos días para la visita a Larco Herrera, y me di cuenta que todo ese tiempo yo había sido tan solo una espía, nadie me había visto escuchándolas, ni siquiera me conocían, no era parte del grupo de ninguna manera. Y entonces escudada de mi osadía y valor entré por ese portón rechinante de madera y me presente ante ellas, les conté toda la historia y les pedí que me dejaran acompañarlas, por supuesto, ellas aceptaron. De otra forma esta historia habría llegado a su fin.

Toda mi vida yo había pensado que los locos eran personas que caminaban desnudas o haraposas perdidas por las calles, y gustaban de asustar a la gente y si las mirabas mucho eran capaces de atacarte. Eso pensé siempre hasta que llegó aquel día. El pabellón seís no abrió sus puertas inesperadamente, y un par de enfermeros con desesperanza en sus ojos nos sonreían vagamente. Mientras me adentraba en ese lugar tan nuevo para mi, sentí como si mis 9 años de pronto se hubieran multiplicado trilladamente. Me paré a observarlos, estaba totalmente ensimismada en ese mundo tan verdadero que se reproducía ante mis ojos, cada uno con una historia, con un recuerdo, con un motivo, con un deseo, cada uno tan auténtico y tan cercano a nosotros, tan vivo, frágil y humano como nosotros.

Compartimos unas horas maravillosas con ellos, cuando de pronto un de los internos mas tranquilo del grupo se me acercó con una energía desbordante. Desde lejos venía haciéndome señas como para llamar mi atención. Entonces, me abrazó fuerte, y me dijo: Paola, hijita como sigues?

Yo, mas confundida que él no atiné a nada. Los enfermeros entonces comenzaron a acercarse rápidamente como si se tratase de un animal salvaje a punto de atacarme. Yo les dije que estábamos hablando sin problemas, pero no me escucharon y lo apresaron. Entonces el comenzó a gritarme Paola tu piernita!, por favor Paola! No te vayas! Hijita por favor cuida tu piernita!. Me quebré totalmente, no entendía lo que pasaba, pero me partía el corazón verlo así, siendo atrapado por un par de enfermeros. Y así, sin entender nada volví a mi casa llena de preguntas.
Quería volver, en sus ojos había visto un brillo gastado de tanto esperar, nostalgia, tristeza. Pasaron algunos meses y volví a ese lugar, esta vez debía descubrir quien era Paola, que le había pasado, y por qué me confundía a mi con ella. Pedí a los enfermeros un lugar para cambiarme, me llevaron a un despacho. Había un olor fuerte en ese lugar, algo como aserrín quemado, y de pronto distinguí frente a mi un mueble alto de madera, que decía Historias. Sin pensarlo dos veces eché cerrojo y abrí el estante habían cuatro cajones y estaban en orden alfabético. Yo no sabía su apellido sólo sabía que se llamaba Pablo. Por suerte estaban con foto. En el primer cajón habían fotos muy antiguas así que me pase al segundo y así buscando terminé en el cuarto y ahí finalmente encontré la foto de Pablo, era un Pablo joven radiante el de esa foto. Atónita empecé a leer, habían muchos documentos que no entendía, pero debajo de todo un grupo de hojas escritas a mano. Leí rápido, muy rápido casi saltando entre las palabras hasta encontrar "Paola". Y ahí estaba: Lo que más quiero es ver de nuevo a mi hijita Paola, que tuvo un accidente y se hirió la pierna, no sé nada de ella quiero verla.

Fue lo último que leí porque entonces tocaron la puerta, me había tardado mucho tiempo en ese cuarto, y yo muy nerviosa metí rápidamente todo en los cajones y atendí a quien tocaba. Era una enfermera. Me notó agitada y pasmada. Tras mucha insistencia le conté todo. Pensé que reaccionaría mal, pero al contrario me pidió que me sentara y me contó toda la historia de Pablo.

Me desarmé por completo. Pablo había pertenecido a una familia de dinero, a los 20 años contrajo matrimonio, quedándose viudo a los 29 con una niña de 7 años. La niña se llamaba Paola, ella era la luz de sus ojos, el recuerdo vivo del amor de su vida que yacía en las fotos guardadas. Cuando Paola tenía 10 años y recién empezaba a montar bicicleta, salió como de costumbre a dar vueltas por el parque. Siempre salía con alguna amiguita pero esta vez había salido sola. Ella era toda una aventurera y le gustaba sentirse libre por completo. Esa tarde Pablo regresaba del trabajo caminando cuando a lo lejos vio que su hijita volteaba la esquina montada en su bicicleta roja. El le sonrió sintiéndose orgulloso de verla independiente. Era su niñita, su solcito, su luz de vida. Aquella tarde, esa luz se consumió, se esfumó como aroma de flores al viento, se ausentó como silencio en un parque de niños. Y así todos sus sentidos, y cabales fueron desvaneciéndose mientras al otro lado de la calle un Pablo aterrado corría destruidamente. Y estaba allí frente a esos ojitos aún abiertos, aún expresivos. Dicen que la última mirada de una persona es la más bella, incluso más de la que damos al nacer, porque está última encierra todas las anteriores y es tan intensa que parece el inicio de algo maravilloso y el final de lo efímero. Así fue la última mirada de Paola, así despidió la vida, así selló su partida.

Pablo sufrió de una manera que no creo tener idea, y junto con ese sufrimiento, sus días de "normalidad" terminaron. Desde esa tarde Pablo espera el regreso de su Paolita recuperada, sanita, con sus dos piernas y su bicicleta roja. Desde esa tarde en el despacho que descubrí por fín mi primer caso, le prometí a Paola ir a ver a su papá todos los años. Han pasado 10 años, cada vez que cruzo esa puerta de Larco Herrera dejo de ser Andrea, rejuvenezco algunos años y soy adoptada durante unas horas por un papá loco de la felicidad de "mi" regreso.



veo a E.T. dos delfines y un unicornio